lunes, 22 de noviembre de 2010

Mi vida en manos de los demás


Me subo al coche... ¿otra vez de caza? ¿o daré un feliz paseo en compañía por un lugar desconocido?

Me bajo, empiezo a andar y, de repente...me invade una gran sensación de soledad. No entiendo nada, no conozco nada, todo cuanto me pertenecía está lejos, no está conmigo, ¿dónde estará?

Camino buscando cualquier pista, cualquier objeto o lugar que recuerde para sentirme mejor, pero no hay nada...

Empiezo a asustarme, tiemblo, tengo frío... ¿temblaré por el frío o  lo haré por la ansiedad?, me siento esperando que todo pase, intento tranquilizarme.

Pasan los minutos y nada y todo cambia, nada de lo que quiero, todo lo que no conozco. Todo se mueve, gira, aparece y desaparece, sé que me miran y eso también me da miedo... ¿quiénes son? ¿qué quieren? Da igual, no parezco interesarle demasiado a nadie. Me tumbo.

Pasan las horas, tengo frío y hambre, ya es de noche y todo sigue igual, estoy llorando, pensé que nunca sería capaz.

Intento dormir y lo consigo. Un fuerte sonido me despierta, creo que ha sido uno de esos estruendosos ruidos que hacen los coches, sigo sin entender porqué lo hacen. ¡Eh, ese coche se parece al mío!, pero se aleja... ¿serían ellos?, no creo porque habrían venido a por mí, sé que volverán.

Ya ha amanecido, ha sido una noche difícil, mi primera noche sólo, las preguntas y el frío se aliaron contra mí y apenas he sido capaz de conciliar el sueño en ciertos momentos, pero me despertaba rápidamente. Creo que he soñado 4 o 5 veces con su vuelta, cada vez era menos real, cada vez era más consciente de que era un sueño, ¿por qué la vida no es un sueño? Quiero dormir para siempre.

Busco algo de comer, debo llevar casi un día entero sin llevarme algo al estómago, espera, creo que en esas cajas gigantes echaban la comida cuando íbamos a dar un paseo, a ver si tengo suerte y encuentro algo... aquí no, en esta bolsa tampoco, veamos ésta... ¡si, en esta de aquí sí! son unos restos de una paella, seguramente de alguna comida familiar, aquellas comidas familiares... vuelvo a llorar.

Los días pasan y sigo sin entender nada, la gente se acerca pero no sé si quiero hacerme daño, prefiero alejarme, huir, tengo miedo, pero también tengo frío y hambre, quizá esas personas quieran ayudarme, pero... ¿cómo fiarme?, ¿cómo fiarme ahora?...

Se acerca alguien de nuevo, huyo como suelo hacer, pero me sigue, creo que me quiere hacer daño, intentaré despistarle, creo que lo he conseguido... ¡le tengo justo detrás!.. ¿qué hago?, no tengo muchas más opciones... se acerca, se acerca poco a poco, me tiende su mano... ¿me pegará?, agacho la cabeza... y él la acaricia, sigo sin estar tranquilo, pero no me voy, no quiero irme, hace tanto que no sentía esta sensación, hace tanto que no me mostraban algo de cariño.

Me mira, sonríe, creo que realmente se ha fijado en mí, no entiendo lo que dice, pero por la forma de tratarme me hace sentirme bien, no quiero que se vaya, pero ya no puedo fiarme, de nuevo me invade el miedo, pero la esperanza le echa un pulso.

Pasamos minutos juntos, quizá horas, pero para mí fueron segundos, no quería que ese momento acabara, se encargó de protegerme de la lluvia, si huía me seguía, si sentía miedo me esperaba, si me acercaba me acariciaba, vuelvo a ser feliz.

Espera, ¿ y ellos quiénes son esos? ¿qué me hacen? ¡Explícamelo! ¡me están sujetando con una cuerda! se parece a aquella cuerda que antes asociaba a la libertad y ahora solo pienso en esclavitud, quiero que me suelten , ¡quiero volver! Pero no parecen tan malos, son cariñosos, me acarician, tengo tantas sensaciones enfrentadas, cada vez entiendo menos cosas, creo que me estoy volviendo loco, quiero que todo acabe.
Pasan unos días de muchos cambios, veo a muchos que están como yo, tristes y con cantidades ingentes de ansiedad y nervios. ¡Pero al menos tengo comida! Me llevan a otro sitio, todo está oscuro... siento que todo cambia a mi alrededor, hay mucho ruido, me muevo, se mueve esto... no sé donde estoy.

Por fin se acaba, veo luz, hace daño a mis ojos, bendito daño. De nuevo me encierran, creo que estoy dentro de un coche, nunca había montado tantas veces en tan poco tiempo, cada vez le tengo más miedo, cada vez que monto todo cambia.. ¿qué me espera ahora?

Me bajo y me acercan a ellos... ellos son un padre, una madre y una niña pequeña, la niña corre, viene gritando, se acerca, tengo miedo... pero me abraza, no puedo expresar lo que siento, creo que me quieren, me conducen hacia dentro, han preparado la comida y la bebida y una confortable cama, creo que me quieren.

Por fin encontré mi sitio, no es el de antes, pero es el de ahora y espero que dure para siempre, a veces el miedo vuelve a aparecer y temo volver a quedarme solo, pero, a veces simplemente, soy feliz.

 Historia real de un perro que tendrá más suerte de la que otros muchos han tenido y tendrán, hoy podemos sonreir por él, por ella ;)



Inspirado por este pequeño genio 

3 comentarios:

  1. Bonita historia señor Escabias, hay que ser agradecidos con lo que se tiene.

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  2. Sí, bonita historia. Tiene fuerza, juega con la ambiguedad durante todo el relato y atrapa.
    Ya me conoces: revisa que he visto alguna falta de ortografía. Y yo metería la tijera en algún párrafo, para no ser reiterativo.
    http://www.youtube.com/watch?v=CxrYcTgATaM&feature=related, la canción de Mika me ha recordado a uno de mis grupos favoritos, Babybird.
    Ah, también tu historia me ha recordado a otra: Los últimos minutos con Oden.
    http://www.youtube.com/watch?v=su_l3THj_hs

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  3. Gracias. Había visto y oido esa canción de Babybird hace ya un tiempo y me gustó si.
    Y el vídeo sobre Oden me ha encantado, muy emocionante y de nuevo otra muestra más de como animales menos complejos viven por y para los demás, mientras que los complejos vivimos por y para...

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